EL PERIODO DE ADAPTACIÓN
Muchas veces, se entiende por periodo de adaptación la etapa difícil que viven los niños pequeños cuando ingresan a un centro infantil. Sin embargo, el período de adaptación lo viven desde los pequeños que, de hecho, ingresan en un centro infantil, hasta aquellos estudiantes que cursan alguno de los años de bachillerato. Sería erróneo también creer que este proceso de adaptación se limita exclusivamente al niño o al adolescente, pues lo viven también padres y madres de familia, así como el personal que se contrata para iniciar un nuevo año lectivo en un colegio.
La capacidad de adaptación de los seres humanos es la que nos ha permitido, como especie, sobrevivir durante ya tanto tiempo. Somos la especie “más adaptable” sobre la faz de la Tierra. Pero el hecho de que vengamos “equipados” para adaptarnos, no significa que sea una tarea fácil. Es en el enfrentamiento con situaciones nuevas y difíciles cuando se ponen en juego todas nuestras destrezas intelectuales, emocionales y sociales. Por este motivo, aunque resulte difícil de creer, la adaptación es más fácil mientras más pequeños somos. Ellos no son tan rígidos como un adolescente o un adulto.
Se preguntarán, entonces, ¿por qué los niños pequeños lloran tanto cuando entran al jardín de infantes si son tan maleables y adaptables? Porque ellos son los encargados de manifestar la ansiedad de sus padres al dejarlos por primera vez en un sitio nuevo y extraño. Esto no quiere decir que los niños no sienten ansiedad. Sí la sienten, pero se la puede disminuir fácilmente con un buen apoyo tanto de las profesoras como de sus padres. En el caso del adolescente es un poco más complicado. A continuación, les propongo planes “de contingencia” para afrontar la adaptación tanto de los niños como de los adolescentes.
En el jardín de infantes y en la escuela:
Es imprescindible que el niño sepa a dónde va y qué va a hacer en ese sitio. Antes de contarle, es positivo que los padres, luego de haber recorrido los centros educativos de su interés y haber tomado una decisión, lleven a su hijo a conocer el lugar. Los padres deben, para ese momento, tener la información necesaria sobre los horarios, el número de niños y las actividades que su hijo realizará una vez haya ingresado. Conocer el lugar con anticipación y tener toda la información sobre él tranquiliza a los padres y les da seguridad y esto se transmite inmediatamente al niño, tenga éste tres o diez años.
Cómo se trabaja el “periodo de adaptación”. Esto dependerá del lugar. Hay sitios en los que permiten que los padres acompañen a su hijo durante unos días. Hay otros lugares en los que la presencia de los padres no es permitida. Sea cual fuere el sistema utilizado, hay una cosa que no se debe hacer: Jamás mienta a su hijo. No le diga que “va a jugar con los amiguitos”. Tiene que llamarle al lugar por su nombre y que ahí va a conocer a otros niños como él y que aprenderán juntos. Tal vez, más adelante, puedan ser amigos. Otra cosa que no debe hacer es llevar al niño y dejarlo ahí para proceder a “huir” sin que él lo vea. Esto lastimará su confianza en usted y le sembrará el temor del abandono. Por eso es importante la información previa. “Te dejaré a las ocho y te recogeré a la una”. O se le indicará que utilizará transporte escolar.
¿Qué hacer con el llanto? Ver llorar a nuestros hijos por una decisión que nos compete a nosotros como padres, es terriblemente difícil. Se nos hace un nudo en la garganta y queremos abrazarlos y llorar con ellos. Incluso, en ocasiones, tendremos ganas de tomarlos de la mano y llevarlos nuevamente a casa. Pero esta no es una solución, por supuesto. Tenemos que darles seguridad. “No llores. Yo sé que vas a estar bien y que tendremos mucho de qué hablar cuando vuelvas a casa. Yo también lloré cuando me quedé en la escuela, pero después me pasó porque me distraje con otras cosas”. Las frases de seguridad y de identificación siempre ayudan.
¿Cuánto tiempo dura el periodo de adaptación? Esto dependerá del niño, del centro infantil y de la familia. Podemos tener un periodo de adaptación de tres días y otro de dos semanas. No hay que olvidar que cuando sobreviene un feriado largo parecería que nada se ha logrado porque les resulta difícil reintegrarse a la institución luego de haber pasado en casa tanto tiempo. Dure cuanto dure el periodo de adaptación, lo primordial es hablar con nuestros hijos tanto como fuere necesario. Hay que contener, hay que aclarar, hay que recibir y dar.
En la secundaria:
Cuando nos referimos a jóvenes adolescentes, el período de adaptación cuando el cambio de colegio ha sido forzado o sorpresivo, resulta difícil. Ellos tienden a establecer vínculos muy estrechos con sus pares. Para ellos, compartir una música tal o vestirse de una manera particular, no responde a un capricho. Es una forma de identificarse. Ellos construyen su identidad a partir de las imágenes que encuentran en común con quienes les rodean. Las discusiones o diferencias que aparecen en casa, con los padres, se incluyen en este proceso de identificación. “No quiero ser como tú”, es lo que nos dicen. Esto no tiene por qué asustar.
Volviendo al tema de la adaptación, con ellos hay que hablar muchísimo y darles mucho aliento. Si nos resulta difícil como padres, es imprescindible respaldarnos y contar con el apoyo de un profesor tutor o de un miembro del Departamento de Orientación del colegio en cuestión.
Por supuesto, esto es necesario cuando el adolescente no tiene destrezas sociales muy elevadas. Existen chicos que no demoran ni una hora en tener muchos amigos y ser una atracción total dentro de un colegio nuevo. Esta es una manera de responder frente a la ansiedad de la adaptación.
Cuando existen dificultades, la mayor ayuda que el colegio puede recibir para brindar un apoyo eficaz es claridad y honestidad con respecto a la personalidad de su hijo. Nadie lo conoce mejor que usted. Comunique los detalles que le parecen imprescindibles tanto al tutor como al orientador. De esta manera, ellos tendrán más seguridad el momento de iniciar una aproximación.
En resumidas cuentas, el periodo de adaptación ocurre. Y para sobrellevarlo los mejores aliados son los padres. Si se presentan dudas al respecto, siempre hay que recurrir a los Departamentos de Orientación y Bienestar Estudiantil. El equipo que conforma esta instancia, sabe qué hacer y cómo intervenir.