Con muchísima frecuencia, las tareas escolares se convierten en el martirio diario de estudiantes y padres de familia.
Antes de entrar en el tema, es importarte aclarar que el presente artículo, lejos de desvirtuar a la tarea escolar, pretende resituarla de manera que pueda cumplir nuevamente su propósito original: reforzar.
La tarea escolar, además de reforzar, ayuda a establecer hábitos de trabajo. Los detractores de las tareas dirán que los hábitos se adquieren también mediante otras vías, pero es indiscutible que el niño que asume su tarea como propia y la desarrolla con tranquilidad, no solamente adquirirá hábitos de trabajo, sino que encontrará un sentido que va más allá del cumplir por cumplir o evitar el desagradable “02”. El reconocimiento de lo aprendido mediante la realización de la tarea, genera un enorme sentimiento de logro que conlleva una lógica cuota de placer.
¿Las tareas pueden ser placenteras? Eso no lo sé; pero sé que el niño que inicia una tarea y la finaliza con éxito, se siente satisfecho y esta satisfacción aumenta cuando la mirada de quien revisa, es una mirada aprobadora. Esa aprobación no es una simple aprobación de la tarea en sí. Esa mirada puede decir mil cosas dependiendo de lo que esperamos de nuestros hijos. Por esto, debemos procurar transmitirles con nuestra mirada la incondicionalidad que les debemos. ¿Salió mal la tarea? Entonces nuestros hijos deben saber que cuentan con nosotros como aliados y no como verdugos. Nadie dice que haremos su tarea por ellos. No. El aliento, el alivio, la caricia y el abrazo no son sólo expresiones de afecto; son verdaderos recursos pedagógicos de los cuales disponemos los padres.
Cada niño tiene una forma particular de aprender. Algunos tenderán a ser aparentemente más organizados que otros. Existen niños que pueden realizar sus tareas mientras están expuestos a más de un estímulo. Otros niños necesitan de absolutos silencio. Sea cual sea el modo de aprender de su hijo, tome en cuenta siempre lo siguiente:
1. Un niño que está cansado, debe reponerse antes de iniciar sus tareas. Un niño exhausto no se concentrará adecuadamente, no será minucioso con su trabajo y el resultado de éste le generará frustración. Seguramente pensará: “tanto esfuerzo para nada”.
2. Organizar adecuadamente las tareas es básico y lo más adecuado siempre será empezar por las más difíciles para dejar al final las más simples.
3. Cuando las tareas son muy largas, hay que espaciarlas de manera que el niño pueda tomar un respiro que puede acompañarse de un pequeño bocadillo que lo estimulará para seguir adelante.
4. Es saludable motivarlos con palabras que no desvirtúen su labor. ¿A qué viene esto? A que muchas veces pensamos que estamos apoyándolos al decirles que las tareas no tienen sentido. Echar por los suelos la imagen del profesor que la envió con frases como: “¿cómo se le ocurre a tu profesor enviar semejante tontería?”, no es motivador sino que siembra en el niño la sensación de que las tareas son inútiles. Cuando nos rondan estos sentimientos e ideas, es mejor que busquemos entre nuestro cajón de recuerdos de infancia y le digamos a nuestros hijos que alguna vez estuvimos en su lugar y que lo entendemos.
5. Es importante revisar las tareas de nuestros hijos. El objetivo de esto no es el de corrección, ya que el profesor será el encargado de corregirla y evaluar si un contenido ha sido debidamente asimilado. El revisar las tareas avala el trabajo realizado por los niños, además que nos suma a su proceso educativo en el que, de hecho, estamos inmersos.
Es imprescindible que el padre de familia constate que la tarea que su hijo realizó fue revisada o corregida por el maestro que la envió. Cuando el deber no es revisado, el niño sentirá, efectivamente, que el esfuerzo fue inútil. Los maestros saben que al enviar una tarea es su deber revisarla y/o corregirla.
Recuerden: los deberes son para reforzar un aprendizaje. Esto significa que el niño debe saber lo que tiene que hacer. Si un niño llega a su casa con una tarea que incluye un contenido nuevo que no ha sido trabajo en el aula, es importante indagar. Un niño que aún no ha aprendido a sumar o a restar reagrupando, por ejemplo, no puede llevar a casa tareas que incluyan este tipo de ejercicios ya que se requiere que el niño tenga un conocimiento previo. A medida que crecen, es probable que lleguen a casa con tareas de investigación cuyo objetivo fundamentar es el de anticiparlo a un contenido que se va a trabajar en el aula. Por ejemplo, si el maestro de ciencias naturales va a iniciar la unidad de “mamíferos”, es útil que envíe de tarea el investigar sobre mamíferos. Esto ayudará al niño a que la información recibida en clase no le resulte totalmente extraña y le permitirá participar de manera activa dentro del aula.
Si existieran dudas alrededor de las tareas enviadas por un profesor, es derecho de los padres solicitar una entrevista con el mismo para aclararlas. El profesor puede emitir recomendaciones enriquecedoras que permitan un mejor desempeño tanto para el padre de familia como para su hijo.