Alcanzar armonía y equilibrio en los procesos de crianza o enseñanza en los distintos contextos donde se desenvuelven tanto padres como maestros no es tan fácil, la presencia de factores relacionados al autoritarismo, la permisividad o la negligencia pueden interferir o impedir una sana y adecuada manera de dirigir a los hijos o alumnos.
La disciplina positiva nace como una nueva forma de educar a los niños desde el respeto mutuo, el cariño y la comprensión, basándose en dos principios fundamentales: la amabilidad y la firmeza. El objetivo principal de esta filosofía es que los niños se sientan capaces, que contribuyan y cooperen, y desarrollen el sentido de pertenencia e importancia. De acuerdo a sus autoras, la disciplina positiva no es permisiva ni represiva, no se centra en los castigos sino en aportar soluciones y ofrecer herramientas asequibles para lograr el equilibrio.
Este modelo pedagógico fue impulsado por el psicólogo Alfred Adler y por el psiquiatra Rudolf Dreikurs, y posteriormente desarrollado por las psicólogas Jane Nelsen y Lynn Lott en los Estados Unidos. Su planteamiento básico es que los padres deben ser formados para que puedan guiar a sus hijos de manera efectiva y positiva.
¿Cuáles son los beneficios de la disciplina positiva?
- Es un enfoque que no incluye ni el control excesivo ni la permisividad.
- Les permite aportar ideas, reflexionar y buscar soluciones, lo cual les hace sentirse capaces.
- Refuerza sus vínculos de pertenencia y valida sus emociones.
- Desarrolla las habilidades sociales y de vida como la autodisciplina, responsabilidad, resolución de problemas, amabilidad y respeto por los demás.
- Les facilita el desarrollo de una mayor conexión con sus diferentes entornos.
- Promueve el desarrollo de destrezas interpersonales.
- Ayuda a identificar la creencia del niño detrás del comportamiento, con el fin de identificar las razones por las cuales un niño actúa de determinada manera, y se trabaja para cambiar esta creencia.
- Aprovecha los errores como oportunidades de aprendizaje.
- Es efectiva a largo plazo.
En esta misma línea, dentro de las pautas para lograr una educación basada en la disciplina positiva, se destaca primero el ayudarles a pensar, reflexionar y decidir, así como promover espacios de diálogo. Es importante ser firmes en las decisiones, límites y normas que se imparten pero con amabilidad y cariño. Además, es necesario establecer los objetivos de conducta que se quiere conseguir, involucrando al niño y elaborando un plan acordado para alcanzarlo.
De esta forma, los fundamentos de esta metodología de enseñanza están ligados a la dimensión de lo emocional, al desarrollo de valores y al fortalecimiento de lo social, haciendo que se desestime el tema del castigo, las imposiciones y la falta de explicaciones como por ejemplo “porque yo lo digo”, mismos que crean distanciamiento emocional, generan enfrentamientos y falta de comprensión en las relaciones.
Como se puede observar, la disciplina positiva es una excelente vía de formación porque brinda las garantías necesarias para lograr un desarrollo integral de los niños tanto en casa como en la escuela y sobre todo porque sus lineamientos son transversales y sostenibles a través del tiempo, mucho más ahora en el contexto de pandemia que vivimos donde pueden existir más conflictos y dificultades a todo nivel.
Psic. Cl. María Fernanda Bermúdez
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