A lo largo de la evolución, el ser humano siempre ha prestado mayor atención al desarrollo de la inteligencia, capacidades y habilidades. Desde el inicio tuvo que enfrentarse a la resolución de problemas desde los más básicos como la supervivencia hasta los más complejos como las interacciones sociales.
En este progreso se vio privilegiada la razón por ser, además, la parte del cerebro de mayor evolución, solo que en este desarrollo dejamos guardada la atención y el trabajo de nuestro yo instintivo y nuestro yo emocional.
Paul McLean, médico neurólogo estadounidense, propuso la teoría del cerebro triuno, quien explicó que es como si en el cerebro humano convivieran tres individuos: un cocodrilo, encargado de los instintos de supervivencia, un caballo manejando todas las emociones y el ser humano tratando de darle sentido y coherencia a todas ellas.
Esta teoría nos permite comprender que hay algo más que el ser humano, en todo su esfuerzo por desarrollar la inteligencia y el progreso, ha dejado almacenado y es el manejo adecuado del instinto y la emoción, en el camino recorrido estas dos áreas han tenido que ser reprimidas, limitadas y poco o nada trabajadas, haciendo de los impulsos, las emociones, las pasiones y los deseos temas poco explorados que generan caos y desorden en la vida.
Así, en los años 80 aparecen los primeros estudios de la inteligencia emocional con Howard Gardner y para los años 90 con Daniel Goleman, Salovey y Meyer quienes desarrollan una teoría estructurada dándole validez científica y siendo de gran aporte y progreso para la comunidad.
Para quienes sus condiciones de vida han ido en crecimiento, donde sus necesidades básicas han sido cubiertas y donde la estabilidad y seguridad física es una realidad empiezan a darse cuenta que el ser humano es integral, que una parte no funciona sin la otra y viceversa; entonces, empiezan a dar una especial atención al desarrollo de su entorno y sus habilidades sociales las mismas que no pueden lograrse sino se empieza por el desarrollo individual.
Así, la inteligencia emocional se incorpora como una nueva propuesta para desarrollar el autoconocimiento en el desarrollo personal que le permite al ser humano desarrollar una mejor interacción con su ámbito social.
Entonces, ¿Qué áreas permite trabajar la inteligencia emocional?
Empezando por el autoconocimiento en el reconocimiento de las emociones, para saber cómo autorregularlas; lo que nos lleva a generar nuevos estados de consciencia más despiertos, reconociendo las creencias, estructuras mentales que nos componen, historia, valores, donde encuentra una automotivación que despertará en el propio individuo y no tendrá que esperar de premios y castigos para actuar, manejando así la autodisciplina que permite hacerse cargo de las propias responsabilidades y limitaciones, logrando un entusiasmo propio y auténtico en el quehacer de su vida. Esto lleva a desarrollar la perseverancia y constancia para alcanzar los sueños y las metas, que liberadas de un miedo imaginario, da forma a la realidad, con su creatividad que le permite comprender que los problemas no son obstáculos sino posibilidades de mejora y autosuperación; liberando así su agilidad mental que le vuelve efectivo en la toma de decisiones, despertando la capacidad de resiliencia que le permite superar los momentos y entornos difíciles con nuevas herramientas de evolución y progreso.
Esta nueva forma de concebir el mundo permite ser más empático con el otro, donde no solamente logra ponerse en sus zapatos sino que además lo acompaña, para que el otro, pueda mirar sus propias soluciones a sus conflictos desarrollando así la capacidad de compasión y altruismo llevando a la persona al desarrollo de valores y virtudes para tener un verdadero cambio humano y social, transformando al ser humano instintivo en persona humana integral.
Y luego de leer este texto, ¿Haz empezado a trabajar tu inteligencia emocional?
Alexandra Almeida H, Msc.
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